La planificación estratégica no se puede quedar sólo en eso, en planificar sino, al contrario, tiene que involucrar una organización, una dirección, una coordinación y, por fin, un control, que permitan asegurar el éxito de la misma. Fayol y otros autores ya hacen referencia al proceso administrativo en cualquier organización y cómo se ve afectado por los elementos mencionados.
Por otro lado, la planificación es un proceso orientador y condicionador de las acciones que va a emprender la empresa, que puede entenderse en tres direcciones, tal como sugirió Ander-Egg (1995):
- “Sustantivamente, planificar es un esfuerzo por influir en el curso de determinados acontecimientos, mediante la acción deliberada de algunos actores sociales
- Formalmente, significa incidir de una manera organizada y formalizada sobre determinados procesos y acciones conducentes al logro de ciertos objetivos y metas propuestos y
- Operacionalmente, se expresa en la utilización de determinados procedimientos, con el propósito de introducir organización y racionalidad a un conjunto de actividades consideradas pertinentes para el logro de determinadas metas y objetivos”
A partir de los tres aspectos anteriores, este autor define la planificación como acción consistente en utilizar un conjunto de procedimientos mediante los cuales se introduce una mayor racionalidad y organización en un conjunto de actividades y acciones articuladas entre sí que, previstas anticipadamente, tienen el propósito de influir en el curso de determinados acontecimientos para alcanzar una situación definida como deseable, mediante el uso eficiente de medios y recursos escasos o limitados. Para Ander-Egg, los elementos que componen la planificación y que no son sino pasos necesarios en su desarrollo son:
- Un proceso, lo que implica una actividad rutinaria que no termina con la formulación del plan, ya que requiere de un seguimiento y revisión permanente que permita hacer los ajustes necesarios para ir adaptándolo a los cambios que se producen con respecto a la situación de base en la que fue formulado.
- Preparatorio de las decisiones que deben ser tomadas por los responsables de la elaboración del plan.
- Conjunto. Las decisiones que se van a tomar deben ser entendidas como un conjunto de éstas, las cuales están relacionadas entre ellas de manera secuencial y progresiva, de acuerdo a los efectos que produce cada una de ellas.
- Acción. El objetivo de las decisiones que se toman es la realización de distintas acciones tendientes al logro de objetivos.
- Futura. La planificación implica en sí, la realización de actividades futuras.
- Por medios preferibles. Dada la capacidad de decisión que tiene el que planifica, la ejecución de este proceso implicar la utilización de distintos recursos y en un distinto nivel o magnitud lo cual, de acuerdo a la disponibilidad con la que cuenten, se debe adoptar la decisión que se considere como más adecuada.
En virtud de lo anterior, es posible entender el componente que tiene la planificación para ser entendido como herramienta.
Tipos de planificación
I - Planificación normativa:
Es aquella que se basa principalmente (para su formulación e implementación), en procedimientos preestablecidos cuyo fin es generar un orden tal que permita estandarizarlos y, con ello, mantenerlos controlados en todo momento para que sea posible un seguimiento permanente y así conocer su desarrollo en todos los aspectos.
De acuerdo con Ander-Egg, lo que hace este modelo es determinar de manera precisa las acciones necesarias para alcanzar ciertas metas y objetivos, estableciendo tiempos parciales y totales de una trayectoria que conduce desde el modelo analítico (resultado del diagnóstico) al modelo normativo (a lo que se quiere llegar según lo establece el sujeto planificador). De esta manera, la planificación se concibe como un proceso que debe ser definido e implementado a nivel gerencial o cupular, constituyendo una forma de preparar y guiar las decisiones de gobierno mediante la formulación de un plan.
El contexto histórico en el que este tipo de planificación tuvo mayor auge fue, sin duda, durante el desarrollo de los regímenes comunistas en el periodo de la Guerra Fría, en el que su forma de concebir la sociedad y el rol que tenía el Estado en ella, hizo necesario el desarrollo de una herramienta que apoyara el manejo completo de la economía y del desarrollo del país por el Estado, lo que se conoció como Modelo de Economía Centralmente Planificada.
II - Planificación situacional:
Este enfoque, que fue desarrollado por el economista chileno Carlos Matus durante la década de los 80, tiene como base inicial el concepto de situación que de acuerdo con el autor es definido como “la realidad explicada por un autor que vive en ella en función de su acción”.
Lo que hace el plan es permitir llegar a esa situación a través de la definición de una estrategia para tal efecto, entendiendo a ésta como el uso del cambio situacional para alcanzar la situación-objetivo, haciendo que se conciba a la planificación como la realización de un cálculo sistemático que permite relacionar el presente con el futuro y el conocimiento con la acción, de tal manera que sirva como herramienta para llegar o generar esa situación.
En el logro de la situación se reconoce la influencia que pueden tener de manera directa o indirecta distintos actores y, en consecuencia, el condicionamiento a que éstos pueden someter la situación deseada, en la medida que permita o afecte la satisfacción de sus propios intereses. De esta manera, este modelo reconoce que su proceso implica un juego entre varios actores, donde cada actor opera en relación a una explicación que considera verdadera.
A partir de lo anterior, es posible entender las principales características que distinguen a este tipo de planificación:
- El cálculo interactivo que elimina la diferenciación entre el sujeto planificador y el objeto planificado
- El cálculo centrado, en última instancia, en la coyuntura
- El cálculo situacional21.
En definitiva, este modelo viene a cuestionar el carácter externo y ajeno que tiene el planificador en el esquema tradicional, por cuanto no permite el involucramiento de éste en la realidad que será objeto de la planificación, lo que le impide conocer las características que no están dentro de los esquemas formales y que, como se mencionó anteriormente, pueden ser tanto o más gravitantes para el éxito del plan que las formales. Es por ello que es necesario un involucramiento y consideración de los distintos actores que influyen en el proceso de tal manera que, además de conocer las características “informales” de la realidad, sea posible la generación de un compromiso tal que facilite la generación de las voluntades necesarias que permitan la materialización del plan generado.
III - Planificación estratégica:
Ésta es la que más nos importa puesto que es la que atañe a nuestro tema, pero no hemos querido obviar las anteriores por el interés que tienen. De nuevo insistimos en el carácter de herramienta que tiene la planificación estratégica: ésta ha sido creada en el mundo privado y que, dada su eficacia para enfrentar entornos dinámicos y fuertemente competitivos, ha ido adquiriendo una relevancia creciente en el sector público en tal magnitud que, actualmente, constituye uno de los ejes del proceso de reforma y modernización de los estados, máxime en los momentos de crisis.
Además, es importante tener siempre presente el carácter de herramienta que tiene la planificación y que este modelo deja de manifiesto, por cuanto entiende que su formulación e implementación no puede constituir un objetivo en sí mismo, como parecía ser en el caso de la planificación tradicional. La planificación no es más que un método como tantos otros que pretende facilitar la consecución de los objetivos organizacionales, a través de una metodología.
Finalmente, es importante tener claro desde ya que el carácter “estratégico” de un proceso de planificación no se consigue por el simple hecho de aplicar un procedimiento de construcción del mismo, sino que se obtiene en base a la existencia de un liderazgo en la dirección de la organización que permita motivar a los trabajadores a encauzar todos sus esfuerzos y recursos organizacionales en torno a la consecución de los objetivos que persigue el plan.
Por último, antes de continuar y para evitar confusiones, vamos a aclarar lo que no es planificación estratégica. En lo esencial, es importante recalcar que la planificación no constituye un fin en sí mismo, sino que es un medio a través del cual es posible encauzar los esfuerzos organizacionales en el logro de los propósitos que ella se ha definido.
Diversos autores hacen otras distinciones necesarias para aclarar lo que no es este proceso. Así, por ejemplo, Jeftte Evoli señala que:
1. La planificación estratégica no trata de tomar decisiones futuras, ya que éstas sólo pueden tomarse en el momento.
2. La planificación estratégica no pronostica las ventas de un producto para después determinar qué medidas tomar con el fin de asegurar la realización de tal pronóstico en relación con factores tales como: compras de material, instalaciones, mano de obra, etc.
3. La planificación estratégica no representa una programación del futuro, ni tampoco el desarrollo de una serie de planes que sirvan de molde para usarse diariamente sin cambiarlos en el futuro lejano.
4. La planificación estratégica no representa esfuerzo para sustituir la intuición y criterio de los directores o responsables de la empresa u organización.