Imagina estar en el centro de una empresa que maneja millones de transacciones diarias. Datos por doquier, provenientes de cada rincón del negocio: ventas, comportamiento de clientes, tendencias del mercado, interacciones en redes sociales… Pero aquí está el desafío: esos datos son solo números, patrones crudos y fragmentos dispersos. Sin un sistema que los entienda y los transforme en información útil, se convierten en un mar de ruido. Aquí es donde entra la magia de la Inteligencia Artificial (IA).