Seamos más o menos extrovertidos o más o menos expresivos, todas las caras reciben estímulos del cerebro que se convierten en gestos, microgestos, expresiones... y en esta parte de nuestro cuerpo al que nuestro cerebro le dedica mayor atención, tanto para decirnos que el lenguaje verbal y el no verbal de esa persona son congruentes como para asegurarnos lo contrario.
Dependiendo de los diferentes estudios, el lenguaje no verbal tiene un peso distinto en nuestra comunicación. En lo que sí que coinciden todos es en que supera el 60% de información del mensaje. Dentro de esto hay personas con una muy alta sensibilidad hacia la comunicación no verbal y otra con una sensibilidad baja.
Con las mascarillas, nuestro lenguaje no verbal se ha visto mucho más limitado y, no digamos si le sumamos el llevar puestas unas gafas de sol u oscuras.
La mayor parte del lenguaje emocional se encuentra en la cara. Por lo tanto, una parte de las emociones se quedarán camufladas por la mascarilla y las que no tendremos que deducirlas principalmente de los ojos y las cejas. Por ellos podemos apreciar si una persona sonríe, está triste, enfurecida. Sin embargo, hay expresiones, como por ejemplo el asco o el desprecio, que se centran más en la boca y que pasarán desapercibidos.
La mascarilla también transforma la voz, su proyección y también nos hace perder información que, de manera consciente no tenemos en cuenta, pero que forma parte de la comunicación. Ahora nos volcamos en “estudiar” la modulación, la pronunciación, etc.
Sordomudos, cómo evitar más barreras a su comunicación
Los sordomudos ven todavía más limitada su comunicación con la implantación de las mascarillas, ya que la mayor parte de su atención se focaliza en los labios de las personas con las que hablan.
Una persona que tiene problemas de audición necesita leer los labios para comunicarse. Por eso, en el caso de que sepas que tienes que comunicarte con una de ellas, deberás de tenerlo en cuenta y asistir con una mascarilla que en su parte central tenga una ventana de plástico transparente.
El saludo en tiempos de Covid
Para muchos, sobre todo las personas que vivimos en países mediterráneos, latinos o de la cultura árabe, en los que estamos acostumbrados al contacto, a saludarnos con la mano, con un toque en el hombro, con besos... se nos está haciendo una situación más complicada aún.
El saludo con el choque de codos es, en ocasiones, difícil de instaurar ya que, al contrario de lo que pretendemos, doblar el codo es más una actitud de defensa que de apertura.
Aparte de por higiene, el saludo con la mano en el pecho, extendiendo los brazos a lo ancho del cuerpo, juntando las palmas de la mano o incluso una breve reverencia es una posición más abierta, más amistosa.
Lenguaje corporal con el teletrabajo y la teleformación
Con el Covid-19 el contacto personal ha cambiado, no solo por las mascarillas, sino también, por ejemplo, con las videoconferencias. Ahora las reuniones de trabajo o la teleformación se hacen por este canal y el emisor le habla a una cámara, mientras que el receptor percibe un lenguaje corporal limitado. La mayor carga del lenguaje no verbal se centra en los ojos y cuando realizamos este tipo de reuniones lo normal es que miremos al monitor, incluso a nuestra propia imagen, y no a la cámara (que sería el equivalente de mirar a los ojos).
En general, las personas no reparamos en nuestra conducta no verbal, pero ahora es un gran momento para poderle prestar más atención, aunque solo sea por dejarle claro a la otra persona lo que queremos manifestarle a través de nuestros ojos y cejas o simplemente como símbolo de respeto de la emoción que nos produce verle.
Esperemos que pronto podamos quitarnos la mascarilla y volver a abrazarnos y a recuperar nuestros gestos familiares tan comunes, pero hasta entonces ¡cuídate mucho!
El lenguaje corporal es fundamental en todas nuestras relaciones, tanto las personales como las profesionales y, por eso, es uno de los temarios incluidos en las habilidades directivas de nuestros másteres, como el
Máster en Digital Business.