El lado oscuro de Sapiens
Segunda publicación de Nuestra comunicación humana. Patxi Andrés cuenta cómo orquestar hábitos y narrativas para cultivar confianza.
miércoles, 05 de junio de 2019
Ahora bien, debo contar otra parte de la historia evolutiva del género homo que es muy importante para tener en cuenta cuando hablamos de comunicación.
Los humanos (homínidos) estamos sobre la tierra desde hace unos 2,5 millones de años y por los primeros 2,3 millones estuvimos muy abajo en la cadena alimentaria, eso significa que, comíamos de últimos y éramos comidos por muchos otros, lo que nos pone esencialmente en el papel de presa y no de depredador.
En ese papel de presa, lo exitoso para los homínidos, fue desarrollar un sistema que toma decisiones de huir o atacar con muy poca información, sin esperar a validar o confirmar la interpretación de sus percepciones. Podemos decir que, tenemos un sistema nervioso prejuicioso.
Ese mismo sistema nervioso y bioquímico que fue exitoso para sobrevivir debía tener una respuesta fisiológica integral para garantizar poner distancia entre nosotros y el peligro y allí está todo nuestro sistema de respuesta con miedo al exponernos, con adrenalina, cortisol y todo el paquete neuroquímico hormonal y con la respuesta de la presa que huye corriendo si puede y ataca, si siente que no puede huir. Este sistema sostiene la excitación hasta que logra sentirse nuevamente segura y desapercibida del posible depredador, mientras tanto nos mantenemos en estrés.
También, por ese mismo rol de presa, nuestro sistema nervioso privilegió, y la selección natural favoreció, una mente que es atraída principalmente por lo negativo y lo peligroso, porque, al ser presa, da más sobrevivencia recordar donde hay peligro para intentar evitarlo.
Por eso nos atrae lo negativo, las noticias en negativo, los chismes y rumores. Como ven, podemos decir que estamos cableados para los fake news actuales…
Y con los elementos anteriores podemos ver claramente, por qué somos prejuiciosos y nos cuesta escuchar para comprender y nos cuesta preguntar para validar y tenemos miedo escénico.
Hablemos un momento de los hábitos porque ellos juegan un papel muy importante en cómo ser mejores comunicadores e influir más en nuestras audiencias.
Por las mismas razones evolutivas de garantizar nuestra supervivencia tenemos unos mecanismos para aumentar nuestra eficiencia, gastando la mínima energía y evitando errores de ejecución. Estos mecanismos hacen que cualquier conducta o acción que se repita con frecuencia, y por lo tanto, pueda ser descrita como parte de mi rutina, se convierta en un hábito.
Cuando una conducta, o conjunto de conductas se convierte en un hábito, o en una secuencia compleja de los mismos, por la naturaleza de los hábitos, dejamos de prestar atención a nuestras reacciones y empezamos a ejecutar esas conductas de forma inconsciente.
Basta con que nos encontremos con el patrón que dispara nuestro hábito y ejecutamos rápidamente la conducta o la acción correspondiente, sin evaluar consciente y estratégicamente, si esa conducta o acción trae resultados buenos o malos para la situación o para lo que queremos que suceda a continuación.
Las conductas que utilizamos para sobrevivir los 2,3 millones de años, previos al proceso civilizatorio, son unos hábitos de fondo que siempre están allí agazapados, esperando que un gatillo, que puede ser la rutina o la escalada de emociones de otra persona, dispare y esos hábitos primitivos empiezan a tomar el control y nos dominan haciendo que, en muchas situaciones no tengamos todo el éxito que nos gustaría.
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