Ningún emprendedor nos va a decir nunca que emprender ha sido fácil. Algunos nos dirán que los trámites han sido fáciles, o que conseguir clientes ha sido fácil, o que hacer Marca ha sido fácil... pero creo que me sobran dedos de una mano para encontrar a alguno que tenga un negocio exitoso y que nos diga que todo en conjunto ha sido fácil... lo que no quiere decir que emprender no sea posible, más bien lo contrario. A muchos nos gustan los desafíos.
Yo he emprendido en varias ocasiones y en diferentes sectores y, hasta el momento, he tenido ¿suerte? Bueno, creo que la suerte me ha acompañado junto a muchas horas de trabajo y sacrificio y a la formación continua.
Pienso que hay dos miedos fundamentales a los que se enfrenta un emprendedor: a perder el capital que pone en él y al fracaso, éste último en nuestro país sigue siendo un bloqueo importante porque, en el caso de que suceda, no lo asumimos como una forma de aprender y de volver a intentarlo.
Cuando alguien tiene un sueño tiene que luchar por conseguirlo, pero no recomiendo lanzarse a lo loco y ver qué es lo que pasa, porque lo más normal es que cometamos muchos errores que se pueden evitar. Antes de emprender tenemos que tener un plan, incluso un plan B y una buena estrategia.
Para confeccionar éste plan vamos a analizar primeramente dos puntos. Por un lado, si tenemos clara la idea de negocio; por otro, saber cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades, para saber qué camino debemos escoger.
Vamos a dar por supuesto que tenemos muy clara nuestra idea de negocio y que, por supuesto, creemos firmemente en ella. Ahora toca examinarnos. Vamos a empezar por las competencias y habilidades que deben poseer los líderes, y por lo tanto los emprendedores. No importa si tu empresa va a ser grande o pequeña, hay ciertas habilidades que incluyen a todos los líderes; por ejemplo, la empatía. Tanto para tratar con trabajadores, como con accionistas, con clientes, con proveedores o con cualquier otro stakeholders. Saber ponerse en el lugar del otro nos va a ayudar a entender sus propuestas, sus problemas, sus quejas...
La escucha es otra cualidad que todo emprendedor debe poseer. No equivocar con oír, que no es lo mismo. Escuchando aprendemos qué es lo que nos están pidiendo nuestros clientes y, por lo tanto, podemos ofrecérselo y anticiparnos a sus necesidades; también a nuestros trabajadores, y por lo tanto atraer y retener el talento...
Hay otra serie de habilidades como la resolución de conflictos, saber gestionar el tiempo y el estrés, hacer reuniones de trabajo eficaces, tratar la planificación de proyectos, etc. que lógicamente no todos dominamos de forma innata, pero que se pueden aprender. Si conocemos nuestras fortalezas, vamos a dejarlas como están y a emplearlas, y vamos a trabajar más con nuestras debilidades, para convertirlas en fortalezas.
También tenemos que conocer nuestras capacidades: ¿somos unos relaciones públicas excelentes, pero desconocemos como se lleva la contabilidad empresarial? o, por el contrario, ¿sabemos mucho de finanzas pero somos tan tímidos que no nos atrevemos ni a hablar sobre nuestros productos?; ¿conocemos las leyes que afectan a nuestro sector pero no tenemos ni idea que perfil contratar para una determinada actividad?... Es importante que nos conozcamos porque sabremos qué puntos trabajar en nosotros mismos o qué perfiles van a ser necesario contratar para que trabajen con nosotros y nos complementen.
Fundamental: el cliente es el principal activo
Por otro lado, es fundamental que el emprendedor entienda que el cliente es el principal activo de su empresa. Cada cliente es único, y así se lo debemos de trasmitir.
Hay que conocerle, personalizarle... porque no a todos nos gusta lo mismo. Si nos metemos en el universo on-line, el Big Data, por ejemplo, nos ayuda a tomar decisiones con datos que han sido escogidos de entre millones y que dan una respuesta concreta a cada una de nuestras preguntas. Sin embargo, las cookies nos enseñan cómo cada usuario o cliente se comporta en nuestra web; es la comparación a si tuviéramos una tienda física y observamos que lugares o secciones de nuestra tienda atraen más a la clientela, en qué otras pasan sin mirar, qué escaparates captan la atención y cuáles pasan sin pena ni gloria, cuántos de ellos repiten sus visitas y quiénes nos compran solo una vez o siete, etc.
Ésta personalización nos permite tratar y ofrecer a cada cliente lo que realmente quiere... igual que cuando entramos, por ejemplo, en una pescadería: si nos parece apropiada la relación calidad/precio volveremos y el pescadero nos acabara llamando por nuestro nombre y conociendo nuestros gustos y la forma en que queremos que nos prepare cada pieza. Todas las veces que vayamos no significa que compremos siempre merluza, pero puede que sí la gran mayoría, ni todos los clientes que acudamos a ella tenemos porqué comprar la misma clase de pescado. Este ejemplo es una micromuestra de todo lo que las tecnologías ponen a nuestro alcance si las sabemos utilizar.
Hay otra infinidad de información que los emprendedores deberían de conocer antes de la puesta en marcha del negocio, como saber que necesitan hacer un estudio de mercado que les muestre la información de dónde se encuentra su público objetivo, cómo y dónde pueden conseguir inversores, las leyes que afectan a su sector. Y, hoy en día, es fundamental tener conocimientos y presencia digital -aunque el negocio no lo sea-, conocer éste entorno y desenvolverse con soltura por él. Para ello, y aunque parezca mentira, no es necesario tener conocimientos previos en el área digital.
Personalmente también considero necesario, aunque no imprescindible, que los emprendedores aprovechen los conocimientos de expertos y de otros emprendedores que ya hayan pasado por ello.