
Durante la exposición, José Torres destacó que la economía solidaria y los modelos de emprendimiento sostenible no son meras tendencias, sino auténticos motores de desarrollo humano, equidad y resiliencia económica. En un escenario global caracterizado por la transición ecológica, las crisis sociales y la necesidad de nuevos modelos productivos, éstos plantean una vía alternativa: integrar la sostenibilidad en cada decisión empresarial, entender que la rentabilidad y el impacto social pueden —y deben— coexistir en armonía.
Su llamado a los jóvenes fue claro “
emprender no únicamente para generar ingresos, sino para generar valor compartido. Esto implica considerar dimensiones diversas: reducir desigualdades, promover empleo digno, impulsar territorios, fortalecer comunidades y, al mismo tiempo, cuidar el medio ambiente”. En ese sentido, la economía social —cooperativas, asociaciones, empresas de inserción y emprendimientos solidarios— aparece como un actor fundamental. Por ejemplo, en España, este sector representa aproximadamente el 10 % del PIB y genera más de 2 millones de empleos, lo cual demuestra que producir bien y producir con sentido pueden ir de la mano.
Al mismo tiempo, José Torres señaló la importancia de la formación: “
Los jóvenes deben adquirir competencias transversales: pensamiento crítico, gestión del impacto, liderazgo ético, innovación social y capacidad para adaptarse a entornos complejos”, explicó. Porque convertir una idea en un proyecto viable requiere conocimiento, redes, recursos y visión.
Para dar contexto regional, podemos citar el caso de la República Dominicana, que refleja un ecosistema emprendedor vibrante en Latinoamérica. Según un estudio reciente de Alegra, el software de contabilidad y facturación electrónica para emprendedores, el país aparece como líder en emprendimiento para adultos de 35 a 54 años, con una proporción del 40,1 % en ese rango etario —un 3,91 % por encima del promedio regional—.Además, las mipymes dominicanas representan aproximadamente el 32 % del PIB del país y emplean al 61,6 % del total de ocupados.
En América Latina el emprendimiento social y la economía solidaria tienen terreno fértil, aunque, como también se apuntó en la conferencia Torres, no exentos de desafíos: acceso al financiamiento, digitalización, formalización, crecimiento escalable.
En el ámbito de la sostenibilidad, el vínculo entre emprendimiento y medio ambiente resulta cada vez más relevante. Los modelos de negocio que integran criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) se convierten en palancas clave para construir economías resilientes. En Latinoamérica, los emprendedores sociales están emergiendo como actores que, además de innovar, tienen el propósito de atender brechas sociales —como la pobreza, la desigualdad, la inclusión— y medioambientales —como la degradación, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad.
La conferencia de José Torres no sólo fue una charla inspiradora, sino una declaración de intenciones institucional: formar líderes conscientes, innovadores y sostenibles, capaces de transformar sus comunidades con visión global y compromiso ético. “
En efecto, más que impartir contenidos, nuestro objetivo es acompañar a los estudiantes a idear, lanzar y gestionar proyectos que generen un impacto real. Porque cambiar el mundo no es tarea de unos pocos: es obra colectiva.”
Finalmente, José Torres invitó a los estudiantes a pensar globalmente y actuar localmente, “
a que su emprendimiento nazca desde un territorio y se proyecte a otras latitudes”, subrayó. Y concluyó con un reto: ¿estás dispuesto a asumir el compromiso de ser un agente de cambio?
En Spain Business School decimos sí: estamos con quienes creen que otro mundo es posible.