La motivación emprendedora es una materia que debería verse desde que somos niños, ya que el espíritu emprendedor es una capacidad que se puede desarrollar, así que cuanto más jóvenes, mejor. Tendría que haber profesores capaces de potenciar el desarrollo de ciertas aptitudes y actitudes..., pero no es el caso en la mayoría de los países. Hablo de fomentar el espíritu emprendedor, no la cultura emprendedora, que también es fundamental para el desarrollo y progreso de los países.
Profesores capaces de hacer pensar, no de memorizar, de plantear problemas cotidianos y hacerles defender sus respuestas, de trabajar con el método del caso -adaptado a sus edades, lógicamente- de introducir la economía básica de cualquier negocio, de que ejerciten las habilidades comunicativas necesarias, de invitarles a descubrir las necesidades de los clientes, de darles la posibilidad de relacionarse con emprendedores, que les hablen de sus experiencias, etc.
El entorno
El entorno en el que nos movemos es vital para poder desarrollar nuestro espíritu. En un entorno familiar con progenitores emprendedores, es difícil que alguno de los hijos no monte su propio negocio o se haga cargo del familiar.
El entorno socioeconómico también influye. No todos los negocios se emprenden porque nos hace ilusión y tenemos una idea en la cabeza. Muchos de ellos surgen de la necesidad. Es más, en épocas de crisis se crean numerosos negocios.
El entorno geográfico también contribuye en el desarrollo del espíritu emprendedor. No suelen tener la misma visión y ambición los emprendedores locales que los que viven en grandes urbes. El espíritu es el mismo, pero la mentalidad emprendedora suele ser diferente, al igual que los modelos de negocio. El entorno institucional es también un factor clave a la hora de emprender, ya que será el responsable de incentivarnos o no para la puesta en marcha de nuevas iniciativas.
Aparte, tenemos que estar convencidos:
De que nosotros valemos y podemos hacerlo. La confianza en nosotros mismos es vital.
No podemos ser conformistas, tanto si las cosas salen mal como bien... casi todo se puede arreglar y también mejorar.
De luchar por ambiciones y objetivos reales. Las utopías no encajan en el emprendimiento.
De que vamos a tener riesgos, seguramente más de los que imaginamos, pero somos capaces de asumirlos.
Una vez que te decides:
Rodéate de personas expertas que sepan más que tú en el área en el que van a trabajar.
Aprende de tus errores.
No tengas miedo a los cambios, sino no serás capaz de adaptarte al entorno tan cambiante en el que vivimos.
Analiza si las acciones que haces se dirigen a los objetivos marcados y los resultados son los esperados.
Aprende de las experiencias.